por María Vittoria Navati

Después de hojear sus páginas, entiendo por qué Yes & No se llama una revista surrealista y provocadora. Su objetivo es claro desde la primera línea: contar la complejidad de la vida, en todos sus matices y desde todos los ángulos posibles, rechazando cualquier visión binaria. No "sí o no", sino "sí y no", teniendo en cuenta, sobre todo, todo lo demás.
Para quien aún no la conozca, la revista prosigue su búsqueda de la complejidad a través de los temas de arte, tecnología y ciencia, sin dejar de mirar hacia el futuro. Los principales actores son, sin embargo, las personas. Personas extravagantes, apasionadas e inspiradoras. Personas que han conseguido hacer realidad sus sueños, como los ganadores del Premio Breakthrough, a quienes está dedicado el cuarto número de la revista: esos hombres y mujeres que han desvelado aspectos misteriosos de la realidad, permitiéndonos estar más preparados para afrontar los retos de aquí estoy.

El fundador de Yes & No, Cassius Matthias, dice que la revista está más interesada en plantear preguntas que en ofrecer respuestas. No es casualidad que la primera pregunta ya esté planteada a partir del editorial. ¿Cómo podemos captar la verdad de las cosas? Es decir, ¿cómo podemos dar sentido a la vida contemporánea? Matthias, manteniéndose consecuente con las intenciones de su proyecto, nos confiesa que no tiene respuesta: tal vez, las pistas se escondan en las pequeñas cosas, las pocas que realmente cuentan.

revista sí y no

Volviendo al tema de la edición, el Premio Breakthrough choca con la brecha entre la cultura artístico-literaria y la cultura científico-matemática. Esta brecha tiene una consecuencia inmediata y práctica: aunque los productos de la ciencia y la tecnología están más integrados que nunca en nuestra vida social y cultural, con demasiada frecuencia no logramos comprenderlos. El premio, por tanto, quiere recordarnos que estas dos culturas son, en realidad, una. La ciencia y el arte están impulsados ​​por un único motor común: el poder de la curiosidad, una red de ideas y deseos que mueve nuestra evolución. La iniciativa internacional pretende ofrecer un reconocimiento a todas las personalidades científicas que con valentía y creatividad han decidido arriesgarse, consiguiendo resultados pioneros.

Stephen Hawking, el protagonista de la portada de este cuarto número, es un ejemplo extraordinario: fue uno de los primeros físicos en identificar formas de conectar la teoría cuántica con la de la relatividad, uniendo dos visiones del mundo hasta ahora consideradas antitéticas.
Como él también está Huda Zoghbi, que creció en Beirut en medio de una guerra civil; después de mudarse a los Estados Unidos, se convirtió en una destacada genetista y ayudó a dilucidar una serie de mecanismos responsables de devastadores trastornos neurológicos.
Y de nuevo, James Allison, inmunólogo que ha realizado investigaciones de vanguardia en el campo de las terapias contra el cáncer, Shinya Yamanaka, médico al que se atribuye haber identificado nuevos métodos para generar células madre pluripotentes y, por último, Jocelyn Bell Burnell, descubridora de el primer púlsar, el núcleo denso de una supernova.

El poder de la revista radica en poder representar a cada individuo en su humanidad pura y honesta. Un aspecto que se desprende no solo de las entrevistas -en las que las personalidades científicas revelan sus decepciones profesionales y personales, las dificultades de tener que abrirse camino en un entorno hostil, el desconcierto y el miedo- sino también y sobre todo de las imágenes. De hecho, se nos ofrece el increíble privilegio de poder observar la oficina de Hawking, o incluso una página del cuaderno de Huda Zoghbi, con su letra rápida e inclinada a la izquierda. Quizás sorprenda, entonces, que uno de los físicos más autorizados y conocidos del mundo tuviera un calentador eléctrico idéntico al nuestro. Y sin embargo, son estos detalles, que la revista sabe captar y contar a la perfección, los que nos recuerdan que se trata, ante todo, de personas.

Entre las infinitas reflexiones contenidas en Yes & No, encontramos a continuación: una consideración de Daniel Richter sobre la actitud autoritaria y autodestructiva propia de los círculos artísticos, a menudo ligada al cliché de una virilidad exagerada; la celebración del collage, una forma de arte subestimada y expresión de un choque capaz de unir opuestos en algo más profundo (al igual que Yes & No); un viaje a la música electrónica de los lejanos años 20; un estudio en profundidad de Drunken Boat de Arthur Rimbaud, una composición llena de misterios, perfecto ejemplo del intento de comprender la complejidad de las cosas y lo desconocido hacia el que, sin escapatoria, nos dirigimos; finalmente, una denuncia sobre la emergencia climática, para recordarnos que no es, ni puede ser, una nueva normalidad, al contrario de lo que suele narrar la retórica.

Las tramas articuladas y enrevesadas en las que se involucra la revista se transponen inevitablemente a su estructura editorial. Yes & No desafía las estructuras tradicionales de las revistas independientes, partiendo del elemento más importante: la portada. Este último, de hecho, no solo no tiene un encabezado claro, sino que usa el logotipo de manera incompleta. Luego está el índice, un revoltijo de números en el que es difícil entender la sucesión de contenidos. Nuevamente, sucede que para terminar los artículos es necesario saltar hasta el final del volumen, saltándose un número sustancial de páginas y fragmentando la lectura. Toda la experiencia de fruición parece pues perseguir la idea de un montaje, o más bien de un collage (aquí está, apareciendo de nuevo), de elementos e historias que estamos llamados a recomponer. Un proceso que probablemente no llegará a su conclusión solo con el número 4, como sugiere el "continuará" escrito al final de más de una contribución.

Como ilustrador traté de contar esta revista desde un punto de vista visual. Fue bastante difícil, pero logré hacer tres imágenes diferentes, tratando de ser lo más consistente posible con la personalidad de la revista. Las tres ilustraciones hablan de tres temas diferentes, que creo que son fundamentales para este número de Yes & No.

  1. El primero quiere contar cómo las personas son las protagonistas absolutas del proyecto editorial: personas que muchas veces no conocemos y que cuentan su complejidad interior y su “ser”.
  2. La segunda imagen refleja la voluntad explícita de la revista de plantear preguntas, intentando establecer un diálogo directo con el lector.
  3. Finalmente, el tercero representa visualmente un collage, la forma expresiva en la que se basa Yes & No y que se menciona varias veces dentro del número.

Para crear las ilustraciones trabajé en esta última técnica: superponiendo dibujos, escritos y las obras de arte de los artistas entrevistados (Daniel Richter, Deborah Remington, Mandy El Sayegh). De hecho, si la reseña se centra, textualmente, sobre todo en las personalidades científicas de este cuarto número, las imágenes destacan, como contrapartida, a los artistas.

Yes & No, con 139 páginas que quizás abordan tantos temas y opuestos —pasado y futuro, analógico y digital, concreto y abstracto, hombre y máquina— quiere invitarnos a buscar nuestras propias respuestas personales. Él sugiere que lo hagamos a través de la exploración, el único método que puede permitirnos profundizar en lo que podemos sondear y comprender. Porque el conocimiento es, ante todo, una necesidad humana. Por lo tanto, ha llegado el momento de preguntarnos: ¿por dónde podemos empezar?

03 febrero 2022 — Frab's Magazines & More

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