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Standart: una celebración del potencial del café
Leer Standart es como ir a tu cafetería favorita y entablar una conversación con un extraño que luego resulta ser inesperadamente agradable.
Standart es una revista eslovaca dedicada al café, hecha por profesionales para quienes trabajan en esta área o, simplemente, para quienes les apasiona.
El proyecto explora la belleza y la diversidad de la bebida, con el objetivo de difundir la cultura del café de especialidad: café verde de la variedad arábica, tostado para desarrollar mejor su potencial aromático y extraído adecuadamente de acuerdo con normas precisas.
La revista aborda este tema construyendo una unión perfecta entre escritura y diseño, abordando contenidos de todo el mundo -ya sean históricos, sociológicos, científicos o culturales- y fijándolos de manera perdurable en el papel. Porque el universo que hay detrás de un buen café debería estar al alcance de cualquiera.
Hay cinco puntos de vista a través de los cuales se observa el macrocosmos de la bebida: el café (cómo se siembra, procesa, transporta y vende), los baristas (y sus historias), el ritual, la gente y el mundo, con sus culturas y lugares. Como señala la revista, el café es más que una infusión oscura y amarga. Es una forma de explorar el tejido del planeta en el que vivimos, conocer su diversidad cultural y dejarse llevar por la curiosidad que es capaz de estimular.
El número veinticuatro nos lleva de la mano en este viaje, confrontándonos -a lo largo de 144 páginas- con viajes, ideas, obras de arte y personas.
En la sección “Conozca a su barista”, conocemos a Mikey Rinaldo, un tostador de Chicago, quien revela que estaba interesado en el café como una herramienta para aprovechar las experiencias sensoriales. Como él mismo explica, degustar un espresso significa aprender a usar el olfato y entrenar el paladar. Es una forma alternativa de buscar impulsos creativos. Sin embargo, la creatividad que permite es del tipo fugaz y dura tanto como un abrir y cerrar de ojos. De hecho, hay una ventana de tiempo muy corta en la que el café tiene un sabor óptimo: es un instante, antes de que disminuyan los ácidos y aumente el sabor amargo y la astringencia. En última instancia, sin embargo, es precisamente esto lo que otorga mayor belleza al momento que es capaz de crear.
Además, el café no es solo algo que se bebe. También es el espacio donde se bebe: el café, con f menos y acento agudo. La experiencia que rodea a una copa llena es también la posibilidad de experimentar un lugar, el sentido de comunidad que puede ofrecer. Standart luego elabora una teoría sobre los cafés como lugares de perfecta distracción. Como se describió en el último número, estos entornos brindan el nivel adecuado de ruido de fondo para permitirle concentrarse en lo que sucede a su alrededor. Los bares son, por tanto, un mundo en miniatura en el que nuestra atención divaga, pasando de una atracción a otra. La distracción, en forma de un "hola" casual o una sonrisa inesperada, no es más que un camino hacia la inspiración.
La vida en los cafés es, por lo tanto, una destilación de la vida moderna, hecha cada vez más de incesantes ruidos y cambios. Según la revista, nuestro desafío es uno solo: encontrar la propia señal particular en el caos de la vida cotidiana.
Podríamos entonces preguntarnos: ¿qué nos une? Los cafés nos invitan a cuestionarnos también sobre esto. Es una pregunta ineludible, cuando constituyen espacios en los que establecer conexiones que pueden surgir de ideas o pasiones compartidas. Ya que representan comunidades capaces de unir a los miembros de un orden social fragmentado. Y nos confrontan con la cuestión de los lazos humanos en una sociedad compleja.
De nuevo, el café no solo une, sino que también nos lleva lejos. Nos permite viajar, conocer territorios exóticos y lejanos y explorar una forma diferente de vivir, sorbo tras sorbo. Así, un buen café puede representar la experiencia más hedonista del mundo contemporáneo.
De hecho, ya en el siglo XVII, la cultura del café se asociaba al hedonismo y, más aún, a las ideas revolucionarias. Los cafés eran lugares de encuentro de pensadores, escritores y artistas, espacios de reunión simplemente para conversar. La bebida, a su vez, era la favorita de las mentes ocupadas en debatir temas importantes, a menudo contraculturales. A medida que aumentó su popularidad, el ritual de rondar una taza humeante se generalizó tanto que las autoridades comenzaron a creer que un debate excesivo podría conducir a una insurrección e intercambio de puntos de vista radicales y potencialmente peligrosos. Por esta razón, incluso se prohibió su consumo y el café fue catalogado como un "licor abominable y pagano" por los oficios religiosos. Eso ayudó a ubicarlo junto a un aspecto subversivo, un imaginario hecho de noches de insomnio, discusiones secretas y tramas misteriosas. Así, se le asoció una simbología precisa, utilizada para contar atributos específicos, también y sobre todo en el mundo del arte. La representación artística del café se hizo particularmente frecuente a partir del siglo XIX, cuando comenzó a reproducirse entre la clase obrera, como emblema de la soledad, sobre todo si se consumía solo. Hay muchos ejemplos famosos: "Los comedores de patatas" de Vincent Van Gogh o "Mujer con cafetera" de Paul Cézanne. Y, por último, una de las obras americanas más icónicas, "Night Owls" de Edward Hopper: una representación en la que el café encarna el baluarte de la soledad, un entorno que nos recuerda que estamos solos, incluso cuando estamos rodeados de otras personas.
Standart es un manifiesto sobre la belleza del café, capaz de revelar todas sus posibilidades expresivas. Por eso habla de algo completamente diferente y nos enseña que el aroma contenido en un solo grano puede llevar a muchos lugares, ya sean físicos o mentales. Así, gracias a sus artículos podemos dar un paseo por la ciudad más visitada del mundo, Bangkok, o las laderas de California, reflexionar sobre temas políticos y controvertidos, o sumergirnos en el fervor creativo que su periodismo, profundo y atento , es capaz de desencadenar. Gracias a su cuidado editorial y de contenidos, cuando termines de hojear la revista, parecerá que sus páginas huelen a café recién hecho.
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