por María Vittoria Navati

Nunca como en los últimos años podemos decir que hemos sentido el inesperado, abrumador y regenerador poder del cambio. Hay quienes han cambiado su estilo de vida, quienes se han visto obligados a reimaginar sus hogares o trabajos, quienes han visto cambiar las relaciones que nos unen. Inevitablemente, comenzamos a hacernos preguntas existenciales: ¿Puedo cambiar? ¿Por qué me asusta el cambio? Lo cierto es que, cualquiera que sea la forma que adopte, ya sea una puerta abierta de par en par a partir de una idea radical o una lenta transformación, el cambio es, siempre ha sido y siempre será el motor de nuestra existencia. El universo es un organismo que vive, muere y evoluciona constantemente; sin embargo, tendemos a resistirnos a este cambio perpetuo. Como está escrito en el editorial del último número de Freeman's, que hemos seleccionado para nuestro Secret Mag Club en septiembre: “Deseamos un cierto grado de inmutabilidad, un amor que sea eterno. Padres que no envejecen, estabilidad laboral. La necesidad de continuar una creencia por la eternidad […]. Pero todo esto solo sirve para consolarnos frente a lo que el cuerpo ya sabe, a saber, que nacemos en un mundo que nunca deja de cambiar. Desde las células de nuestro cuerpo hasta la nación que llamamos patria, el cambio define los parámetros de nuestra vida. Nos marca y nos define irreparablemente, incluso a partir de lo que resistimos. Lo que nos moldea es la forma en que reaccionamos ante los acontecimientos, en la que nos adaptamos a lo que nos vemos obligados a aceptar”.

Freeman's es una revista literaria editada por el crítico y poeta John Freeman. Editada en Italia por Black Coffee, la revista ofrece al lector un punto de vista privilegiado para ampliar su mirada sobre el panorama literario internacional. Este número reúne ensayos, cuentos, poemas y despachos que revelan las múltiples formas que puede tomar el cambio. El cambio es natural, pero puede ser doloroso.
"Una losa profunda y tenaz", la historia de Christy Namee Eriksen, lo explica bien. Cuando vives en una zona propensa a las avalanchas, parece que todo depende de cómo transcurra el día en la montaña, en su “losa profunda y tenaz”. Una losa profunda y tenaz no es más que una porción de nieve que esconde en su interior una capa muy frágil. No importa cuán blanda o dura sea la superficie: si la tocas cuando o donde es más débil, cederá. Una avalancha, por tanto, no es sólo nieve, ni sólo un desencadenante. Esto es lo que pasa cuando llevas demasiado peso si no estás bien equilibrado. El dolor infligido por el cambio no es más que una capa delgada, sin importar qué tan profundo esté enterrado. Un olor, un gorjeo o el amanecer de un determinado día siempre logra recogerlo. Los analistas te enseñan que no existe el buen o el mal tiempo. El objetivo es sanar las capas más profundas y duras para que no haya placa que pueda matarte. En las condiciones adecuadas, incluso una avalancha puede cambiar: la capa débil puede fortalecerse, la exterior puede resistir los vientos. La carga puede aligerarse y otros aspectos pueden desaparecer. El cambio es crecimiento. La casa es un elemento central de la vida de cada uno de nosotros. Una fuerza colonizadora, tanto un ancla como una carga insostenible. El lugar al que volvemos en busca de comodidad, un espacio del que tratamos de escapar. Así lo define Yasmine El Rashidi en "¿Dónde estamos ahora?". Crecer significa alejarse de las propias raíces, de la vida del yo niño. Separarse definitivamente de la infancia, llena de alimento y amor, en el momento mismo en que se llega a la vida, la verdadera. A medida que se vuelven adultos que han desarrollado los callos necesarios para mantenerse con vida, el deseo de volver a casa puede desvanecerse. De hecho, el recuerdo de ese lugar amado puede ser tan hermoso que deseamos que las capas de tiempo y espacio que allí vivimos se conserven sin promiscuidad. Ver las formas en que la ciudad ha cambiado, con los árboles que alguna vez amamos desaparecidos, los edificios cambiados, los amigos repentinamente viejos, fornidos y canosos, sería demasiado para cualquiera. El cambio es esperanza para el futuro. Lina Mounzer en "La apuesta" cuenta la vida de su padre, quien siempre ha estado obsesionado con el cambio. Un hombre profundamente optimista para el mañana, para sí mismo y para el mundo entero. Un hombre que siempre decía: “Cuando somos; tendremos; ya verás". Hay quienes piensan que creer en un futuro brillante es una forma de evitar jugar con los fracasos y desilusiones del pasado, en una realidad muchas veces atravesada por fuerzas que actúan en tu contra. Por otro lado, están quienes creen que el pasado y el futuro son el mismo lugar, una forma de evitar el presente y no vivirlo. Están los que son creyentes, los que consideran la religión la herramienta de los que no tienen el coraje intelectual de dar un salto a lo desconocido, y los que en cambio confían en la suerte, sabiendo que le puede pasar a cualquiera y vencer al privilegio. El padre de Mounzer fue uno de los últimos y probó suerte en los billetes de lotería. Dentro de esos pedazos de papel siempre había un ganador potencial, siempre a un instante de distancia de una vida completamente diferente, donde esas posibilidades brillantes y optimistas podrían hacerse realidad. Ya sabes, para no aceptar una derrota tienes que estar dispuesto a apostar de nuevo. Tienes que refugiarte en ese refugio donde te permiten soñar que es el momento adecuado, finalmente el último. El cambio se convierte entonces en el ritual con el que fantasear, porque te aleja de las dificultades cotidianas y te permite mantener viva la esperanza. Y así, Lina Mounzer se pregunta: “¿Dónde se traza la línea entre la responsabilidad personal y las circunstancias generales? ¿Entre el destino y la fuerza de voluntad? Esta línea, como nuestro presente, es resbaladiza. Sigue mutando, moviéndose, cambiando de posición tan pronto como alguien lo ve". El cambio tiene que ver con recordar el pasado. Como cuenta Jakuta Alikavazovic, en estos días hay un pensamiento común que viaja como el chisme y es a la vez reconfortante y atroz. Alguien incluso se atreve a expresarlo en voz alta. Dicen: “Nos gustaría que todo volviera a ser como antes”. Esta sensación, o tal vez esta angustia, nos sorprende incluso a los que sabemos que el mundo debe cambiar, a los que queremos que cambie, y nos encontramos pensando en algo que antes nos parecía inconcebible. Tratemos de encontrar este "antes" siempre que sea posible. Nos encontramos recordando momentos pasados ​​saboreando un sabor dulce que en realidad no tenían. Los enriquecemos con detalles que poco a poco imponen su autenticidad. De esta historia apasionante y delirante que nos contamos a nosotros mismos, tratamos (¿o tal vez nos sale naturalmente?) de borrar los aspectos negativos. Perdemos la memoria y ganamos felicidad. Haciéndonos ilusiones de que ese mundo, hoy imposible, pueda volver. Freeman's representa efectivamente lo que la escritura puede y debe hacer: derribar barreras y unir a las personas. Es precisamente en el arte, la literatura y la poesía donde debemos buscar este flujo de cambio imparable. Entender dónde estamos y hacia dónde vamos. Lo que nos deja esta colección, al fin y al cabo, es otra pregunta existencial: ¿cómo estás cambiando? Todos los días tratamos de obtener una respuesta del caos diario. La respuesta de hoy no es la de ayer ni será la de mañana, pero es importante encontrarla para entender quiénes somos.

03 octubre 2022 — Frab's Magazines & More
Etiquetas: recensioni

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