Orlando n.3

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Orlando es una revista italiana para amantes de la belleza, que tiene la particularidad de estar concebida con la estructura editorial de un hotel.
Creado por 4 mujeres profesionales del mundo del arte, el diseño y la cultura,

Antonella Pescetto, Flavia Scarano, Gemma Pizza y Francesca Ametrano, se divide en una especie de "capítulos" como si fueran los pisos de un elegante hotel.
En la planta baja encontramos restauración y jardinería, en la primera planta una biblioteca y sala de exposiciones donde se puede leer sobre artistas contemporáneos, etc. Guiando al lector a lo largo de la revista está Mr.O, un cabildero que acompaña al lector a lo largo de esta particular secuencia editorial.
El mantra de toda la revista es el refinamiento y la atención al detalle, bien impresa en papel pesado que da estructura y prestigio a sus contenidos.

NÚMERO 3
Da la bienvenida a este tercer número de Orlando una cubierta de papel seda en tonos verdes y azules que anticipa la belleza del número. Entre las dos páginas, una vez más, un hotel que, piso tras piso, nos traslada al manto del arte, la literatura, la moda, la gastronomía, el diseño, la arquitectura.

Al igual que los dos primeros, este número también tiene en el centro de su esencia una importante obra literaria. Después de Orlando Furioso de Ariosto y Orlando de Virginia Woolf, damos la bienvenida a El retrato de Dorian Gray de Oscar Wild, con todo el poder del arte, la belleza, la inmortalidad y el placer contenido en sus páginas.
En una era en la que nos vemos obligados a compartir cada aspecto de nuestra vida en línea, porque si no aparece en línea es como si nunca hubiera sucedido, Dorian Gray se convierte en el emblema de la apariencia por encima de todas las cosas con todo lo que sigue: la preocupación por el opiniones de los demás, vivir dentro de esas opiniones, y el deseo imposible de existir para siempre. Dorian Gray es un personaje más humano de lo que uno podría pensar, incluso en la crueldad de sus acciones y en su obsesión por no aceptar la mortalidad. Wild en el prefacio de la novela afirma que es el espectador, y no la vida, el verdadero espejo.